
Hoy entrando a mi casa,reparé en la maniática costumbre que tengo de abrir el buzón, no en búsqueda de servicios por pagar, sino en busqueda de ese espacio lleno papel.
Sé conscientemente que es el reflejo insconciente el que me impulsa a encontrar esa carta que ya olvidé esperar ( en la era de los correos electrónicos aún sigo amando los sobrecitos con estampillas y sellos de otros paises)
A cualquier hora. Si entro de día,de noche o bien entrada la madrugada; si entro y reviso, y salgo nuevamente, con diferencia de horas, vuelvo a registrar (parezco la señora de Donnie Darko).
Es que recuerdo (sí, otra vez mis recuerdos) esos tiempos en los que ese abrir y cerrar del buzón,era como invitar a mi esperanza a su casa y después, expulsarla sin posibilidad de retorno.
En ese entonces todo todo era tan mágico. Pero con tantas cerradas de puertas pequeñas, con tantos buzones que quedan vacíos, uno inevitablemente cambia.
Los gestos se me convierten en tics nerviosos y como tales, es muy dificiles sacarselos de encima.
Y estoy hablando otra vez de recuerdos, pero esos recuerdos fueron en algun momento presente, o no?
Me voy. A comprar un chocolate. Así tengo la excusa de entrar a casa.